jueves, 27 de enero de 2011

reconciliación

-mpshjms
Zurdo estaba sentado sobre una caja que seguramente tenia alguna historia, las piernas abiertas, las manos apoyadas y la cabeza gacha en actitud del que no cumplió la promesa, del que la cagó al final. Se irguió lento, aspirando un aire que parecía elevarlo y hacerlo sabio.
-qué?
-que ya lo sé. ya lo entendí
se levanto tan rápido que mi noentiendonada siguió de largo y chocó la pared. no pude no seguirlo y no puedo echarle la culpa a mi cualidad de amigo que te banca en las tristezas. simplemente algo dentro de mí hizo conexión y dio órdenes. alargué una mano intentando detenerlo y me respondió:
-sólo voy a comprar puchos, pero con una sonrisa que me inundó del miedo a lo desconocido.
bajamos los ascensores. él tarareaba mañana en el abasto. yo me sorprendia por millonésima vez de verme infinitamente por los espejos. por qué? por qué pensar en eso cuando un amigo abandonado te está llevando a no sé dónde seguramente. por qué a veces la mente se pone en blanco y se suelta de todos los cables.
-zurdo, pará. no sabés lo que estás haciendo. no metás a eva en todo lo que..
todo se puso negro y un calor atrapó mi cara.
-callate. callate o te pego más de lo que te va a pegar esto, y se toco la sien que le brillaba del sudor
y abrió la puerta del ascensor y después la del edificio y después la reja y yo lo seguí atrás sin ganás de preguntar por qué íbamos para allá si el kiosco...
-no zurdo
-callate
-no dale no hagas esto
-callate te digo
-zurdo el auto no...
ojalá nunca hubiese dicho eso. la bestia pivoteó y me miró fijo y yo, me quebré. no encontré los ojos inyectados en sangre que esperaba, esa locura infame que se había apoderado de él.
-por qué - aulló volanteando por la ruta - nunca lo vamos a entender? cuándo le regalamos al tiempo el poder de decir esto ya pasó y no lo podés cambiar, tenés que comerte los mocos por lo que se te ocurrió hacer. está todo acá boludo y yo lo voy a sacar. y vos me vas a seguir porque quiero que seas el testigo de este momento mágico
-a dónde vamos? dijo lo que quedaba de mí, lo que no se había ido en esa mirada
-vamos a buscarla
el auto patina como mis recuerdos: las dos cosas van a cientocincuenta por hora. qué hubiese podido decirle sobre lo inútil de buscarla, a ella, que ya no va a volver? sólo siento una frenada y los ojos del zurdo (no están rojos, están azules). un olor a muerto que me vuela el tabique de un corchazo y los ojos del zurdo (no se mueven, están calmos). una grava que salta, enterrandonos ahora a nosotros, y los ojos del zurdo (no son otros, son los mismos de siempre). unos versos que se pierden y los ojos del zurdo (y yo me alejo más del cielo...)