Saber que llegada la noche volveré a mi casa y sacaré del tercer cajón de la cómoda los almohadones de terciopelo. Que perfumaré las paredes de sahumerios y música suave y vestiré el tálamo de rosas. Que me sentaré a esperar, a esperar, hasta que a las doce vendrá ella, con su atuendo de cisne y sus ojos teñidos de kohl. Le recriminaré su tardanza simulando enojo. Ella me sonreirá dulcemente y no podré evitar perdonarla. Le pondré un caramelo en la boca, conozco su debilidad, y como ella también sabe cuál es la mía me agradecerá acariciándome el alma con sus labios
Su encanto es la inocencia. Se estira desnuda en la cama y ronronea

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