-¡Tan, tan!- las palabras rompieron el silencio -Soy el Capitán Moulin Trementine, mi barco está anclado en el muelle 103 y pasaba por unos tragos
El posadero, su hija, un borracho y otros tres clientes se voltearon al unísono, atraídos por la extravagante figura que franqueaba la puerta y su retintineante voz. Era un hombre alto, cubierto por un sobretodo azul marino que lamía el suelo. Calzaba botas negras, las manos enguantadas y vestidas de anillos, una camisola oscura por la cual se arrastraban calaveras y lagartos tornasolados. Alzó una mano solemnemente y se la llevó al tricornio que cubría su cabello rojizo. Hubo un instante de expectativa y luego:
-Ladies and gentlemens, ¿por qué tan desanimados?
Su sonrisa, mitad enigma, mitad malicia, inundó el antro con una luz plateada. De pronto se oyó un chasquido y el sujeto desapareció
-¡Otra ronda, cantinero, yo pago!
De las mismas paredes mohosas comenzó a brotar música estridente. Los comensales, agitados por toda aquel bullicio repentino, se levantaron de sus butacas dando un respingo, pero finalmente rompieron en carcajadas y comenzaron a danzar. El cantinero y su mostacho fiel saltaban del barril a las mesas y de las mesas a la despensa a la mismisima velocidad de la luz. Sólo el borracho se mantiene apagado, recluído en su rincón
-¿Qué le pasa, buen hombre, no canta conmigo?
-Hace tiempo perdí lo que tenía de pájaro- respondé apesadumbrado
-¡Pero eso se arregla!- exclama Moulin y con un ademán teatral extrae un huevo de su manga. El ebrio ríe atolondrado como un niño, aplaude y echa a correr por la taberna.
Ahora todo es una fiesta, fragancias pomposas y explosiones de jazmín. La muchacha se ríe, se sonroja, alguien le levanta la falda, un guiño, una flor, un vendaval, se cierra la puerta, ¡clanc! El posadero, su hija, un borracho y otros tres clientes se voltean al unísono. No hay nadie allí, suena una sirena. Ya parte el barco, Capitán Trementine, kukús y calaveras por siempre
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1 comentario:
y además de ser un genio ahí estoy yo.
así que todo genialgenial.
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